Tom, un nuevo comienzo

Tom, un nuevo comienzo

Lo encontré en un parque casi abandonado, escondido entre la hierba alta y la tierra húmeda. Era un gatito pequeño, con el rostro hinchado por una infección y los ojos entrecerrados. Apenas podía moverse, y cuando intentaba hacerlo, sus patas traseras no respondían. Estaba débil, pero no asustado. Me miró con esa expresión que tienen los gatos cuando saben que alguien ha venido a ayudarlos.

Lo recogí con cuidado y lo llevé conmigo. Lo llamé Tom. Desde el primer momento supe que su recuperación no sería fácil, pero tampoco imposible. Lo importante era que ahora no estaba solo.

 

Los primeros días fueron de adaptación. Lo llevé al veterinario, donde le comenzaron a tratar la infección y le hicieron exámenes para entender por qué no podía mover sus patas traseras. Mientras tanto, en casa, me aseguré de que tuviera un espacio cómodo y tranquilo. A pesar de todo, Tom nunca perdió el ánimo. Siempre aceptaba la comida con ganas y, cuando lo acariciaba, ronroneaba con fuerza, como si supiera que estaba en buenas manos.

El camino es largo, pero vamos paso a paso. Tom está recibiendo la ayuda que necesita y haré todo lo posible para que salga adelante. No sé qué tanto podrá recuperar la movilidad, pero sé que, sin importar el resultado, tendrá una vida llena de amor y cuidado. Porque ahora, Tom tiene una segunda oportunidad, y yo estaré aquí para verlo crecer y mejorar cada día.

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