Pinina: Cuando el Tiempo Se Acaba

Pinina: Cuando el Tiempo Se Acaba

Pinina llegó a mí demasiado tarde. Su historia estaba marcada por el abandono y la negligencia de quienes alguna vez debieron cuidarla. Pasó demasiado tiempo expuesta al sol, sin que nadie se preocupara por los daños que poco a poco se acumulaban en su piel. Y cuando las primeras heridas aparecieron en su nariz y orejas, nadie hizo nada.

El carcinoma avanzó sin freno. Al principio, eran pequeñas llagas que apenas sangraban. Luego, esas heridas comenzaron a expandirse, carcomiendo su piel hasta dejar expuesto el hueso. Para cuando la rescataron y llegó a mis manos, su enfermedad ya había consumido demasiado.

La llevé de inmediato al veterinario con la esperanza de que aún hubiera una opción, algún tratamiento que le diera una oportunidad. Pero el diagnóstico fue devastador: ya no había vuelta atrás.

El cáncer había avanzado hasta un punto irreversible. Las heridas no sanarían, la infección era inevitable y el dolor se volvería insoportable. No importaba cuánto quisiéramos luchar, su cuerpo ya no podía resistir más.

Tomé la decisión más difícil, pero también la más justa: dejarla ir con dignidad antes de que el sufrimiento la consumiera por completo. Estuve con ella hasta el último momento, acariciándola y susurrándole que ya no tenía que luchar, que ahora podía descansar.

Luna se fue en paz, rodeada de amor en sus últimos instantes, algo que nunca tuvo en su vida anterior.

Su historia es una lección dolorosa pero necesaria: el cáncer de piel en los gatos es prevenible, pero el abandono y la negligencia pueden convertirlo en una sentencia de muerte. Ojalá sus dueños lo hubieran entendido antes de que fuera demasiado tarde.

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